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Se le llama Giralda porque posee en su remate una veleta con una estatua de una mujer que representa la fe y es una torre que se terminó de construir en el año 1198; se hizo como una copia del Alminar de la Mezquita Kutubia de Marrakech (Marruecos) y originalmente su remate consistía en tres esferas doradas que se cayeron en el terremoto de 1365. Cuando la ciudad fue tomada por los cristianos, se le agregó un campanario con 24 campanas y la veleta que lo distingue.
Actualmente alcanza una altura de 104 mts. y es una de las maravillas por las que vale la pena visitar la Catedral de Sevilla. En una esquina de ésta, está la entrada perdida entre tantas capillas, puertas y arcos, así que si no la buscas expresamente es difícil dar con ella. Al entrar están dos letreros en cerámica local, uno es español y otro en árabe, donde se explica quién construyó la torre y en qué año. Luego se inicia una larga y cansada ascensión, por más de 40 tramos de rampa hecha en ladrillo en canto, en donde se vuelve necesario hacer breves paradas para tomar aire simulando ver los distintos paisajes o tomando fotos para despistar a los demás de que ya no podemos más; cuando creemos que ya llegamos, resulta que el último tramo es una odiosa escalera. Al ir subiendo, al principio se ven los muros de la catedral o la plaza aledaña a la Giralda, luego se llega al nivel del techo de la catedral y tiene uno la oportunidad de ver los detalles góticos, como las gárgolas y los extraños remates de la gran cantidad de arcos y los detalles de las callecitas del barrio de Santa Cruz ; después se ve la ciudad, ya que esta torre es el edificio más alto de la ciudad; se puede ver cerca el palacio diocesano, el Real Alcázar, el Archivo de Indias, la plaza de toros la Maestranza; un poco más lejos el Palacio de San Telmo, el río Guadalquivir y sus diferentes puentes con el barrio de Triana al otro lado y más allá un paisaje rústico en el que podemos imaginar fácilmente las guerras que se llevaron a cabo, entre moros y cristianos, a caballo o a pie.
Esta torre y el patio de los naranjos, que era un patio para abluciones, con su muro exterior y la puerta del Perdón es lo que queda de la antigua mezquita almohade que ocupaba todo ese espacio.
Como dato curioso: bajo la giralda hay un pasillo en el patio de los naranjos, que conduce a la biblioteca y en su techo está un lagarto de madera y un colmillo de elefante y ¡nadie sabe qué hacen allí ni quién los puso en ese lugar!