
Del latín vocatio “acción de llamar”, se le puede definir como “inspiración con que Dios llama a un estado, especialmente religioso”, o bien “inclinación familiar a cualquier estado, profesión o carrera” [i], pero en términos coloquiales entendemos como una vocación a aquella ocupación que nos gusta realizar, ya sea un trabajo, una profesión o una carrera cualquiera.
Cuando elegimos, si tenemos oportunidad de hacerlo, la labor a la que nos vamos a dedicar en la vida, generalmente pensamos o nos inclinamos por alguna que llene nuestras expectativas, de tal manera que al realizarla nos traiga satisfacción, que finalmente es parte de la naturaleza misma del hombre y así, de acuerdo a nuestra vocación, es como elegimos una profesión.
Sin embargo, a pesar de ello, hay actividades sumamente difíciles en las que verdaderamente sino se tiene vocación hacia ellas, difícilmente se cumpliría el objetivo para el que son necesarias. Una de ella indudablemente es la atención a enfermos, por lo que me refiero por supuesto, a todos los que se involucran en esa actividad, a los Médicos, Enfermeros, Paramédicos, Socorristas, Técnicos, voluntarios, etc., que dedican su vida o parte de ella a hacerlo y que necesitan además de una gran preparación, una enorme paciencia y muchas más cualidades para dar, que no son adquiridas sino que se aprenden y hay que estar cultivando constantemente.
Atender a quienes lo necesitan, servir sin esperar nada a cambio, son las cualidades que más resaltan en los voluntarios de Cruz Roja y que pueden aplicarse a esta vocación en particular. Atender a un enfermo involucra no sólo su salud sino atender su esperanza, de la que no se puede privar a nadie, ya que a veces es lo único que se posee y conseguir que un enfermo terminal tenga una muerte digna es una tarea difícil, ya que requiere de múltiples atenciones para evitar al enfermo dolor, desesperanza y molestias; atender su higiene no es nada fácil y se necesita mucha compasión, por eso los familiares que atienden o están a un lado del enfermo, encuentran en las atenciones de los enfermeros y de los médicos una bendición y un gran paliativo a su dolor. Ver llegar a un enfermero que se dirige con palabras dulces y amables al enfermo, se siente en el corazón de los familiares como un dulce que retira el amargo sabor de boca que deja el sufrimiento y para ello se necesita tener una verdadera vocación al servicio.
Por todo esto, sirvan estas pequeñas frases como un agradecimiento a los médicos y enfermeros que están combatiendo la pandemia en primera línea, exponiendo sus vidas pero cumpliendo su deber que forma parte de su vocación ¡Qué Dios los bendiga!
[i] Multidiccionario Océano Multimedia.
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