Barcelona debería ser una escuela pública de arquitectura, toda la ciudad, ya que aparte de que es una ciudad gótica, es un ejemplo de creatividad. Conviven edificios antiguos con modernos, de diversos estilos y épocas, sin que esto merme la belleza de ambos, dando un ejemplo a aquellas ciudades que pretender conservar la arquitectura antigua a como dé lugar. Aquí al igual que en la imaginación, no existen límites para la creatividad.
El ejemplo típico cuando se habla de la arquitectura de esta ciudad es Gaudí, ya que su huella en la arquitectura es muy grande. Sus construcciones forman parte del perfil de la ciudad, sin ellas ya no se entendería Barcelona. Gaudí creaba y diseñaba usando como inspiración la naturaleza: las flores, las plantas, los animales; pero también podemos observar figuras fantásticas que sólo en su imaginación han sido creadas. Él rompió las reglas clásicas de la construcción y logró increíbles obras. Todos los arquitectos o aspirantes a serlo, del mundo, deberían visitar Barcelona.
A finales del siglo XIX y principios del XX se dio una gran competencia en la construcción en esta ciudad, surgiendo así bellísimas y originales casas y otras construcciones, dando en consecuencia magníficas calles y avenidas, como el Paseo de Gracia, en las cuales es un gran placer caminar ¡hasta las aceras están diseñadas para disfrutarlas!
Alguna vez pensé en vivir allí. Pero después de cinco días corriendo por allá me di cuenta de que es ruidosa y tiene ya los defectos de las grandes ciudades. Ahora, conviven en ella inmigrantes de todo el mundo que están dejando su huella. Ya se ha hecho una mezcla de cultura muy interesante, en comidas, música, pintura y que, por supuesto, dejará su huella en el futuro también en el físico de las siguientes generaciones.