Éste es el título del folleto de presentación de esta fortificación islámica. Está justo donde inicia el puente para entrar a la ciudad de Córdoba cruzando el río Guadalquivir. Su nombre árabe etimológicamente significa “fortaleza libre”. Aunque por fuera parece pequeña, al recorrerla encuentras espacios amplios y además hay que subir varios pisos.
Como se indica en el folleto, es un museo diferente. En la
recepción hay alfombras y algunos objetos árabes para ir adentrándote en el ambiente.
Te entregan por el precio de la entrada unos auriculares por los que vas escuchando la explicación de cada área que visitas. La primer sala es asombrosa, porque se trata de una sala redonda con bancas en forma de media luna en la mitad de la sala que está en penumbras y en la otra mitad se van iluminando figuras de cera que representan personajes importantes de reino del Al-Andalus
y ellos mismos nos van explicando el pensamiento, la filosofía, la medicina y las ciencias tal como la veían en ese tiempo y que eran muy avanzados para su época.
En otra sala vemos los grandes avances médicos de la época
(estamos hablando de los siglos X y XI) a través de la exhibición de aparatos e instrumentos médicos y de medición que utilizaban en la práctica de la medicina. En esa sala se puede observar un astrolabio antiquísimo porque eran grandes navegantes y hay un mapamundi donde se ve claramente que ellos si creían que el mundo es redondo. Así
mismo y a través de una maqueta podemos ver el avance en el manejo y aprovechamiento del agua, tanto para riego agrícola como en uso mecánico para molinos o para llevarla hasta las poblaciones.
Paso a la siguiente sala y sorpresivamente, como si volara, veo La Alhambra de Granada, pequeñita, frente a mí. Se trata de una maqueta
bellísima que se va iluminando como si avanzara el día y cuando llega la noche se encienden lucecitas en su interior. Es inevitable, tienes que observarla en todos sus detalles y con lo que me gustan las maquetas.
La siguiente es una sala pequeñita y redonda, como si estuviéramos en una torrecita dentro de la torre y allí escuchamos los sonidos de la música árabe y vemos algunos instrumentos, entre los cuales por supuesto hay un laúd. Tiene un magnífico techo imitación de uno de la Mezquita.
Las sorpresas seguían y al subir por una escalera de caracol, vi a través de una rendija en el muro el interior de la Mezquita, pensé de pronto que era un truco, pero al entrar a la sala me encontré con otra maqueta,
ahora de la Mezquita-Catedral y no hay palabras para describir lo maravillosa que es.
En la siguiente sala, cubriendo todas las paredes, disfruté de una maqueta que describe, de forma fantástica, la vida cotidiana en un Alcázar (palacio), en las casas de los moros, en los zocos (mercados), en fin, su vida privada y pública. En la escena del Alcázar vemos el ritual del protocolo de la visita de un rey cristiano a un
emir.
Por último, la escalera de caracol que te permite ir subiendo por la torre se hace más estrecha y llegas a la azotea que tiene piso de madera y una vista preciosa de la parte antigua de la ciudad. Abajo el río Guadalquivir (Wad al-kabir) y el puente romano, por el llegan a pie los visitantes.
Este museo fue inesperado ya que no tenía ninguna información; de hecho entré para refugiarme del sol y porque veía que entraba
la gente y me gustó mucho, espero que a Ustedes también.





















































