Me debía una visita a los museos de Sevilla. Es como guardar la cereza del pastel. Quería disfrutarlos con calma ya que hubiera resuelto todos los asuntos relacionados con los trámites de la Universidad. Toda la semana pensé en ello: sábado ¡museos!
La noche del viernes busqué en internet ubicaciones y horarios y descubrí museos que no había considerado. Ya había platicado con Stefania mi compañera de clase, italiana, y me había recomendado el de Artes y Costumbres Populares y el Arqueológico. Descarté aquellos que tienen horarios cortados en el día, es decir, que cierran al mediodía y abren hasta las cinco de la tarde, porque quería ir en horario corrido y regresar a casa aún de día porque el frío está terrible. Hice una pequeña lista de cuáles me interesaban, busqué su ubicación en el Google Maps y los encontré en mi mapa de turista. Pensé cuáles autobuses tomar; en otra ocasión me gusta caminar desde saliendo de casa, media hora al centro, pero con el frío prefiero caminar en el museo.
Llegó el sábado, salgo de casa y camino 3 cuadras a la avenida donde pasan los autobuses con más opciones y al llegar se estaba estacionando uno y eso me decidió a que museo ir, sin más: Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Este tipo de arte no me convence, pero tenía curiosidad por caminar por la isla de la Cartuja, ya que sólo había pasado en autobús y en medio de una tormenta. Fue fácil llegar porque el autobús paró prácticamente en la entrada. El día muy frío y con amenaza de lluvia. La gente en Sevilla es muy amable, así que cuando vengan no teman preguntar ¡hasta el chofer del autobús da referencias!
No había gente. Al principio entré y caminé por los jardines de la entrada. Este museo ocupa las instalaciones del Monasterio de la Cartuja de Santa María de las Cuevas, de los monjes de la comunidad de terciarios Franciscanos y se empezó a construir en 1400. En 1835 pasó a ser propiedad del inglés Charles Pickman quien lo transformó en fábrica de cerámica (la isla de la Cartuja es famosa en todo el mundo por su cerámica). En 1992, debido a los preparativos para la Expo Universal, este inmueble fue restaurado y pasó a tener fines culturales.
Cómo no había nadie en la entrada, pues me fui directo a un jardín y me llamó la atención una escultura de un tipo que se veía simpatiquísimo, de esos que van por la calle haciendo de todo al mismo tiempo, tenía frente a él una especie de mesa, colgada a su cuerpo, con una computadora portátil y un cuadro pequeño montado en un trípode; en la mano izquierda una paleta con pinturas y en la derecha un pincel, bueno, ya verán la foto. “Hombre-orquesta”, Curro González. Para llegar a él había que caminar por un pasillo pequeño que tenía en ambas paredes laterales esculturas de cornetas pero de diferentes y ridículas formas y un sensor de movimientos, que al acercarse hacía el sonido de una fanfarria, de tal manera que se sorprendía uno mucho. Muy divertido. Muy agradable bienvenida. Lo que supe hasta después es que en los ojos de la escultura había una cámara y lo estaban viendo a uno, el público, dentro del museo.
Seguí mi camino y me encontré con una estatua de Cristóbal Colón que señalaba que allí, en ese Convento, habían estado sus restos durante casi 30 años, antes de ser trasladados a la Catedral y a un lado un árbol enorme y muy antiguo por la forma de su tronco. Se trata de un Ombú, que no es árbol sino arbusto, fue sembrado por Hernando Colón y procede de Argentina. Tiene la característica de que los insectos no se le acercan porque su savia es muy tóxica. Seguí explorando y entré a un patio siguiendo unas flechas rojas y allí estaba la primera persona que veía y ya tenía por lo menos 20 minutos de haber llegado y me pidió mi boleto de acceso y me regresó a la entrada con la instrucción de solicitarlo.
Así lo hice y fue muy agradable porque me expidieron mi boleto gratuito (los sábado son gratis, buen tip, me ahorré por lo menos 8 euros), un mapa del lugar y folletos sobre las exposiciones temporales. Me fui directo a un campamento de arte por el Sáhara, organizado por la Asociación de Amistad con el pueblo Saharaui de Sevilla. Quizá mis expectativas eran altas, pero me pareció pobre la exposición. Es un pueblo que busca ser escuchado para recuperar su identidad.
Seguí pensativa por el jardín y un poco más adelante, al dar una vuelta estaba una construcción pequeña estilo mudéjar, rodeada de naranjos, cipreses y unos pocos olivos muy viejos; al frente una gran fuente que se notaba muy antigua, sin agua. Tomé desde allí algunas fotos pensando en lo raro que hubiera espejos dentro del lugar. El mapa señala que se trataba de la capilla de santas Justa y Rufina. Aumentó mi curiosidad y me acerqué y ¡no eran espejos! Eran enormes cortinas de cuentas de madera negra, que hacían un maravilloso ruido cuando el viento las movía y chocaban entre sí. La capilla es cuadrada por fuera y redonda en medio, con una cúpula en el techo. Es de dos pisos, pero la escalera estaba cerrada así que sólo pude estar en la planta baja. Es perfecta para la meditación. Te puedes sentar en el suelo en medio y tienes cortinas de cuentas a tu alrededor que cuelgan desde el techo, en la cúpula en la planta alta y hasta el suelo y otras en las cuatro puertas de acceso, de tal modo que el viento la cruza de lado a lado. Los juegos de luces son fascinantes. Dejé la tensión a un lado y dejé pasar el tiempo. ¿Cuál es el objetivo de ese lugar? No lo sé. Pero una capilla es para acercarse a Dios y en ese lugar podías hasta tocarlo, dejarte mimar por él, sentir el calorcito de su presencia. Primero sonreí con mis pensamientos y luego reí abiertamente ¡se siente felicidad plena allí! No quería irme… pero me faltaban otra capilla más en el jardín y si esa era así ¿cómo sería la otra? Tomé por un camino de ladrillo en canto, rodeado de naranjos llenos de fruta que los hacía ver hermosos y recordé el que está en el patio trasero de la casa de mi mamá. Eso distrajo mis pensamientos y de pronto allí estaba ¡en medio de una alberca! La capilla de santa Ana, con un puentecito y un chapitel neogótico hermoso, con reflejos del agua en el techo interior que se veían desde lejos. También perfecta para la meditación, pero prefiero la otra sin duda. Muy hermosas las dos de verdad.
Con estas impresiones me regresé a la entrada del museo a hacer un recorrido sin ganas. El arte contemporáneo y yo frecuentemente no somos amigos. Dijera Juan José Arreola “¡hay que poner un límite al arte!”. Y no me equivoqué, caminé rápido por galerías y galerías de cosas raras, hasta que noté algo ¡estaba absolutamente sola! Eso era arte abstracto puro ¡un enorme museo, galería tras galería, para mí sola! Me paré de pronto y agucé el oído. Se escuchaban los videos que proyectaban en la exposición temporal, muchos, voces distintas, gritos, pero sólo eso. Ni un paso, nada. Apresuré mis pasos para salir y llegué a un patio, el claustrón que antiguamente distribuía las celdas individuales de los monjes y que ya no existen porque dieron paso a las galerías. Caminé a la izquierda siguiendo las flechas rojas y allí, por fin, había alguien. Un guardia que me invitaba a pasar a otra galería, ésta más pequeña y más agradable tenía a la entrada dos esculturas de arlequines, uno portaba una metralleta apuntando a la entrada y el otro una cámara fotográfica ¿cuál arma es más poderosa? En otra galería un enorme cuadro de 20 x 4 mts., que mostraba a detalle el estudio de un artista, Curro González y éste había atrapado en el cuadro a una marmota firmando el cuadro ¡era genial! De allí dos galerías más, en todas las exposiciones el tema central era la gente.
Siguiendo las flechas rojas fui a dar un hermoso patio estilo mudéjar, pequeño, el claustrillo, que se construyó en el siglo XV, con dos esculturas al fondo de los protectores del monasterio de apellido Ribera, en mármol blanco. Frente a ella y atravesando el patio está la Sala Capitular donde se reunían los monjes para asuntos de importancia, allí están las tumbas de esos señores y de su familia. Son tumbas como las que vimos en la película El Código Da Vinci, con las esculturas de los señores sobre ellas, acostados, tan impresionantes como hermosas, en mármol blanco hechas en Italia. Uno de ellos, explica en español antiguo en la tumba, falleció a causa de sufrir una herida con una espada en la boca, en una batalla contra moros ¡y la escultura así lo muestra! Vestido con ropa de batalla. No es que sea miedosa, no, para nada, pero salí rápido de allí.
Luego entré a una iglesia con varias capillas, sin cuadros ni esculturas y en una capilla pequeña con yesería blanca en el techo, muy bonita, allí fue enterrado Cristóbal Colón durante 27 años hasta que sus restos fueron trasladados a la Catedral de Sevilla. El resto del convento es poco comparado con las experiencias que ya había tenido. Salí de allí tras cinco horas de recorrido, muy satisfecha y lista para llevarlos cuando vengan, si quieren.
Centro Andaluz de Arte Contemporáneo
Av. Américo Vespucio No. 2, Isla de la Cartuja, 41092, Sevilla
Hi, the whole thing is going well here and ofcourse every
one is sharing information, that’s really good, keep up writing.
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I completely agree with the above comment, the internet is with a doubt growing into the most important medium of communication across the globe and its due to sites like this that ideas are spreading so quickly. Respectfully, Drucilla.
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Me encanto ver como narra y nos da a conocer su experiencia en España creo que es muy hermoso como es la Pasión de Cristo que se vive allá es como si estubieramos ahí solo que lo vemos en la computadora gracias por darnos a conocer las maravillas que tiene el mundo y también porque conocermos cosas nuevas así poder ya saber otra cosa que me gusto fueron sus fotografias muy hermosas, ojala que pronto volvamos a ver mas cosas nuevas y nos narre sus experiencias que en lo personal se me hacen muy interesantes saludos.
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Gracias Sandy!
Seguié escribiendo para que sigas mis pasos por estos lugares maravillosos y espero tu próxima visita y ¿sabes qué? ¡estraño a mi alumnos! aunque no lo creas.
Un gran abrazo.
Paty Michel
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Maestra, me encantó su página, sobretodo porque nos lleva a viajar con usted al contarnos sus experiencias, pues me imagine cada rincón conforme lo estaba leyendo y después al ver las imágenes, se da una cuenta de las cosas tan hermosas que esta viviendo por el viejo mundo. Saludos desde Autlán, cuidese mucho…
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Gracias Miriam:
me da mucho gusto contar contigo como mi lectora y te invito a seguir mis experiencias en este lugar!
gracias por entrar y dejarme tu mensaje. Saludos
Paty Michel
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Maestra, gracias por compartir sus vivencias del otro lado del charco. Sin duda una experiencia enriquecedora. Que siga disfrutando su estancia por la Madre Patria. Saludos…
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gracias Leo y seguiré escribiendo y subiendo fotos así que tienes que estar pendiente! saludos
paty
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Hola Paty; una vez mas sorprendiéndome con las maravillas que haces el favor de compartir con nosotros!
Los museos son de mis sitios preferidos se pasa el tiempo tan rápido que no te das cuenta., que de repente ya están por cerrar y no has recorrido ni una cuarta parte del sorprendente lugar que nos transporta como bien narras a diferente, épocas, culturas y costumbres.
y el próximo sábado a donde vamos?
Besos y saludos desde tierras Tapatias!
p.d Que buenas fotos!
Tere
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gracias Tere. Próximo sábado más museos ¡porque el tiempo no permite otra cosa! aquí llueve mucho en otoño y hace mucho frío… así que museos, que al fin y al cabo hay muchos… Invita a quien tu quieras a visitar este blog, sale? besos. Paty
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Padrisimo Tia! Me encanto! Ademas que eres como mi mama platicas padrisimo! Casi como si estuvieramos en vivo.
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mil gracias! seguiré estando por aquí e invita a quien tú quieras a leerme y dejar sus comentarios que todo enriquece. Saludos y un abrazo. Paty
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Paty, excelentes fotos y excelente tu crónica de la visita al museo. Si así de divertido es vistar un museo contigo, no me imagino de copas por Sevilla. Esperando la siguiente crónica.
E. Godínez
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gracias Enrique: ésta es tu idea y te lo agradezco mucho, lo disfruto tanto como leer y tener mi propio sitio es genial. Gracias a ti por todas las molestias que te has tomado para que yo tenga esta herramienta tan gratificantes.
Paty Michel
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Paty, excelentes fotos y excelente tu crónica de la visita al museo. Si así de divertido es vistar un museo contigo, no me imagino de copas por Sevilla. Esperando la siguiente crónica.
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