
Disfrutamos muchísimo nuestra visita a Sevilla, es una ciudad maravilla. El primer día la ciudad nos recibió con un clima que parecía que ya estábamos en verano (41°C), lo bueno que los demás días tuvimos un clima muy agradable en el día y en la noche un poco fresco. A pesar del cambio de horario, como los niños queríamos empezar a conocer la ciudad, fuimos a la Carbonería, un lugar típico donde se toca baila y canta el flamenco y por supuesto se ingieren bebidas. Ese día probé el tinto de verano y !guau! que rico, así que todo el resto del viaje puro tinto de verano, en el desayuno, en la comida y por supuesto en la cena, es delicioso, ya era catadora de esta bebida, diciendo en cuales lugares servían la mejor. Ir a la feria fue una experiencia diferente a cualquier feria, aquí todas las mujeres usan el tradicional vestido de flamenca y los hombres bien vestidos también, usando traje y corbata y otro traje que le llaman corto; es una feria muy elegante, en todas las tiendas que colocan tienen música en vivo, tapas y por supuesto baile y una bebida que le llaman manzanilla y algo que nos llamó la atención es no ver gente pasada de copas.

Lo que aprendimos inmediatamente fue irnos de marcha, no sabemos si el nombre correcto es taperías, pero Sevilla está llena de ellas. Las que más nos gustaron por el servicio y el sabor fueron: en tercer lugar El Patio San Eloy, el segundo lugar el bar Eslava y el primer lugar una tapería, el Macuro, que sus dueños son venezolanos, éstas fueron para nosotros las mejores tapas de Sevilla.
Hubo momentos que nos sentimos en México al caminar por las calles angostas como en Guanajuato y nos emocionó ver en el Archivo de Indias el nombre de nuestra ciudad en un mapa antiguo. Algo que nos llamó la atención es que en el centro histórico de Sevilla hay 100 iglesias y conventos y todas con una arquitectura maravillosa, la más deslumbrante, sin duda, es la catedral, donde tiene un lugar especial Cristóbal Colón, ya que su féretro es cargado por cuatro reyes, también tiene un museo donde se guardan coronas y artículos religiosos, pero no cualquier cosa, cada uno de ellos con miles de detalles, en oro, plata, perlas, rubíes, esmeraldas etc. Ah, nos faltaba mencionar las pinturas de muchos famosos, especialmente la de Murillo.
Qué decir del Real de Alcázar, los palacios tan diferentes pero tan impresionantes, la arquitectura y los jardines con que cuenta cada uno de ellos, bellísimos.
Donde nos quedamos sin palabras fue en la Plaza de España, construida en 1929, donde todas las regiones de España tienen un espacio y ahora son oficinas de la policía y los militares. Su vista es impresionante, los sevillanos no se midieron para hacer esta plaza, es algo muy especial.

Como buenos católicos el domingo fuimos a misa a la Macarena, la que transmiten en vivo en María Visión y como cada iglesia tiene su propio atractivo, la Macarena es una de las Vírgenes más conocidas, esta bellísima.


Cuando Alta menciona “taperías” se refiere a los bares donde sirven tapas, que deberían llamarse así por cierto y la “caña” es el vaso de cerveza.
Fueron cinco días intensos y cansados porque Sevilla para conocerla hay que caminarla, no hay de otra. Y aún así quedaron pendientes, nos faltó el Museo de Bellas Artes, recorrer el Parque de María Luisa con todos sus bellos rincones, el Museo de Artes y Costumbres Populares y el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo por la belleza arquitectónica del convento de la Cartuja que lo acoge. Nos faltó irnos de marcha por la Av. Felipe II por los excelentes bares de esa calle, caminar por las alfarerías de Triana y ¡tantas cosas más! Así que dejamos el compromiso de que regresarán.