“Defendí en Cortes Constituyentes los derechos femeninos. Deber indeclinable de mujer que no puede traicionar a su sexo, si, como yo, se juzga capaz de actuación, a virtud de un sentimiento sencillo y de una idea clara que rechazan por igual: la hipótesis de constituir un ente excepcional, fenomenal; merecedor, por excepción entre las otras, de inmiscuirse en funciones privativas del varón, y el salvoconducto de la hetaira griega, a quien se perdonara cultura e intervención a cambio de mezclar el comercio del sexo con el espíritu”.
Caminando por Sevilla, mostrándole con mucho gusto tan bella ciudad a una de mis mejores amigas dedicada a la investigación de asuntos de género, Araceli Ramírez, nos encontramos con una peculiar estatua que a mí me gusta mucho. Se trata de una niña sentada sobre una pila de libros, rodeada de libros a su vez, de ratoncitos traviesos, una mamá pata y sus patitos y una gran diversidad de detalles que la hacen fabulosa.
Pero todas las veces que la había visto mi curiosidad no pasaba de allí. Pero Araceli descubrió en ella algo más que la interesó inmediatamente: una placa con la dedicatoria de la ciudad de Sevilla a Clara Campoamor y experta como lo es, inmediatamente me empezó a hablar de ella y de sus triunfos en Espa
ña sobre los derechos de la mujer, entre los que consiguió el sufragio. Luego observó que la niña en cuestión leía un libro titulado precisamente «Clara Campoamor».
Formó parte del equipo que realizó el proyecto de la Constitución en el cual estuvo interviniendo para lograr más derechos para la mujer.
Si tienes más interés en el tema, te dejo la liga a Wikipedia:
https://es.wikipedia.org/wiki/Clara_Campoamor
(Les debía esta nota desde el Día Internacional de la Mujer).