Les invito a un paseo a las dos de la tarde en un día soleado de mayo, por una callecita que inicia frente a un muro lateral de la Catedral de Nuestra Señora de Gracia. Es una calle estrecha que comunica la Plaza Mayor con una serie de casas a la orilla del barranco donde corre en el fondo el río Huécar. El clima es muy agradable, alrededor de 23° C, hace poco viento y todo está tranquilo.
Observamos en lo alto de la Catedral un desagüe del techo, en piedra, con la figura de un monstruo guardián, luego iniciamos el paseo a la sombra de una pared muy alta de la misma Catedral. La calle se llama Julián Romero. Unos pasos más allá, en una pequeña placita en lo que parecen restos de una construcción donde se descubrieron tumbas fenicias está la escultura sentada de Federico Muelas, poeta cóquense.
Seguimos subiendo una cuesta, ya que nos encaminamos hacia lo más alto del cerro y la calle aunque es estrecha admite el paso de automóviles. A nuestro paso podemos ver casas, conventos y hoteles muy antiguos y la Catedral a nuestras espaldas se va alejando.
Llegamos a un punto donde la calle es sólo peatonal y empezamos a ver bellos paisajes. El edificio cuadrado y grande que vemos en el paisaje, a nuestra izquierda, es hoy el Archivo Histórico Provincial, pero antes fue sede de la Inquisición y por supuesto cárcel. Hacia allá vamos. En este tramo se camina con una pequeña barda de piedra a un lado que protege al peatón y que permite observar paisajes espectaculares.
Árboles floreando en varios colores adornan el panorama y ahora vemos también una cúpula hexagonal techada con tejas que es la Iglesia de San Pedro. En este punto tenemos enfrente el Parador Turístico que ocupa el antiguo Convento de San Pablo, cuya capilla lateral está prácticamente en la orilla del precipicio y podemos notar al fondo unas cuevas y más abajo una carretera.
Caminamos por túneles forzados para cruzar las casas cuyos techos de madera vieja amenazan con caer. Pequeños miradores nos permiten asomarnos de vez en cuando a la cañada y ahora vemos ya lejos el puente de San Pablo, de madera y hierro, que desde principios del siglo XX permite cruzar desde las casas colgadas al Parador Turístico, ya que el antiguo puente medieval de piedra se cayó.
Sobre un tejado en la orilla de la cañada asoma un árbol, con un follaje de flores rosas que a contraluz se ven hermosas y al tomar la foto no veo una grada que por poco me hace caer hacia el precipicio. Entonces me doy cuenta que estoy sola, que nadie ha acompañado mis pasos, que no he visto a nadie en el paseo. No es nada, es sólo la hora de la siesta en España.
Ahora pasamos frente a una instalación de la Universidad de Castilla-La Mancha y enseguida el museo Fundación Antonio Saura, pero todo está cerrado, no es hora de visita. Seguimos subiendo sólo un poco más y llegamos al Archivo Histórico Provincial y desde allí ya podemos observar todo el camino que hemos hecho. Pero aún falta subir un poco hasta un mirador.
Desde este punto podemos tomar la mejor foto: el Parador Turístico por la parte de atrás, que incluya el puente y el centro histórico y al fondo se vea la parte moderna de Cuenca. Las últimas fotos las tomo en el mirador, en lo más alto del cerro, bajo la sombra de un pino piñonero, donde tomo aliento para el regreso.
Gracias por haber visitado a mí también, eres bienvenida cada vez que quieras dar unas vueltas por mis páginas. Y gracias para compartir tus fotos tan preciosas.
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Hola: Con gusto estaré al pendiente de tus notas. Saludos y gracias por venir.
Paty Michel
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wwwwWOWWWWW Me encantó… te traslada al pasado totalmente, ese lugar si me gustaría conocer
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Hola Claudia:
Pues fue gracias a tu comentario anterior sobre Cuenca, de que te parecía místico el lugar, que yo recordé y decidí publicar esta nota sobre este paseo que disfruté mucho. Me da gusto que lo hayas disfrutado. Saludos.
Paty Michel
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