Serpiente del amor, risa traidora,
verdugo del ensueño y de la luz,
perfumado puñal, beso enconado…
¡eso eres tú!
Tres chicas hermosas y enamoradas sentadas a la sombra de un enorme y frondoso árbol, elaboradas en mármol blanco por el escultor Lorenzo Coullaut Valera en 1911, representan a el “amor ilusionado”, el “amor poseído” y el “amor perdido”, mencionadas en la rima “El amor que pasa”. El árbol es un ciprés del pantano sembrado en 1850.
“Hoy la tierra y los cielos me sonríen; // Hoy llega al fondo de mi alma el Sol ;//Hoy le he visto …le he visto y me ha mirado…//!Hoy creo en Dios!/” (Rima XVII).
Estoy intentando describir la glorieta del Parque de María Luisa que más me gusta. Está ubicada por la Avenida de Bécquer que inicia justo en la torre norte de la Plaza de España. Rodeada de una verja y bancas que miran hacia el centro; en el centro el enorme y vetusto árbol y el conjunto escultórico rodeando su tronco, logrando así lo más romántico de Sevilla.
También componen el conjunto dos figuras en bronce que representan el “amor herido” (figura yacente), y la otra es de un joven Cupido o amorcillo como “el amor que hiere”.
Un busto en alto pedestal de Gustavo Adolfo Bécquer, que indica su fecha de nacimiento y fallecimiento, nacido aquí en Sevilla , el 17 de febrero de 1836 y fallecido en Madrid el 22 de diciembre de 1870. Bécquer está sepultado en la Iglesia de la Anunciación, en el centro de la ciudad, en la calle Laraña, donde constantemente se ofrecen conciertos gratuitos.
A la derecha del busto, un hermoso Cupido en bronce, presto a lanzar una saeta a las chicas o quien visita el monumento. Y seguramente lo consigue, porque siempre hay un ramo de flores en las manos de la que representa el “amor ilusionado”.
El lugar es increíblemente romántico, invita a sentarte en una banca a observar el conjunto, tomado de la mano de tu amor, en silencio… sólo mirando…
RIMA XXX
Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino; ella, por otro;
pero, al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: —¿Por qué callé aquel día?
Y ella dirá: —¿Por qué no lloré yo?
Seguramente el piso está resbaloso de tanta miel. Bello como todos, gracias por compartir
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Hola Claudia:
Así es, es el lugar favorito de los enamorados. Y gracias por leer mis notas. Saludos.
Paty Michel
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